Miércoles, 9 de marzo de 2022
FAO
Alejandro Requena Menchón
FAO
Alejandro Requena Menchón
HAMBRE EN LAS CALLES, PERO HAMBRE DE DINERO
Nuestro planeta cuenta con un 10% de la población con inseguridad alimentaria. Este dato
abarca cifras enormes cuando de personas se habla, cerca de 800 mil millones de personas.
Para el comité de FAO este dato no pasa inadvertido.
Muchas veces esta situación no depende de políticas, sino hasta de razones geográficas.
Estados como Kenia, Libia y Brasil achacan que su agricultura no consigue ser
suficientemente efectiva por razones climáticas. Por tanto, ¿qué pueden hacer para mejorar
su situación? Lo que haríamos todos, pedir ayuda.
Países Bajos fue el detonante de este debate, planteando como medida instar a los países
miembros a la creación de unas ayudas a países en vías de desarrollados. A simple vista,
parecía una utopía, ya que todos los Estados, tantos los desarrollados como los no tanto,
apoyaban esta medida holandesa.
Pero no es oro todo lo que reluce, y de oro va la cuestión. Fueron segundos lo que tardaron
países occidentales como Alemania, Francia o Estados Unidos, entre otros, quienes
manifestaron su preocupación por el dinero que iban a aportar. Fueron estrictos en la
supervisión de estas ayudas para los países necesitados, así como reincidentes en el que el
dinero aportado, debía ser devuelto.
“Por algo se llama ayuda. Si no, se llamaría préstamo”, lamentó Siria. Estos países vulnerables
encontraron un fuerte apoyo de Rusia o Japón, quienes dijeron que era una ayuda real, que
ellos iban a dar su brazo a torcer y no caer en tentativas monetarias.
Esto dejó a los países que habían pedido la devuelta del dinero en evidencia, llegando a
poner en duda su valía como Estados miembros de la ONU. Incluso, se les achacó el uso de
términos como “países pobres”, algo discriminatorio y que no comparte los valores de la
Carta de Naciones Unidas.
Países Bajos especificó su programa diciendo que este sería “transparente, altruista y
democrático”. Con esta última palabra, a países como Pakistán o Emiratos Árabes Unidos, se
les cerró la puerta. Lo que no saben, es que los más perjudicados son civiles quienes,
además de tener que vivir en un régimen dictatorial, se les van a negar ayuda. ¿Cómo de
democrático es la democracia impuesta?
Como vemos, pese a vanagloriarse por ayudar al vecino, cuando hablaron de tecnologías
para el agua, su postura no parecía muy cambiada. Una vez más, el dinero pone en peligro la
vida de la gente y el cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se
comprometieron a cumplir. Los únicos que no pasan hambre, los monederos de los Estados
occidentales.
abarca cifras enormes cuando de personas se habla, cerca de 800 mil millones de personas.
Para el comité de FAO este dato no pasa inadvertido.
Muchas veces esta situación no depende de políticas, sino hasta de razones geográficas.
Estados como Kenia, Libia y Brasil achacan que su agricultura no consigue ser
suficientemente efectiva por razones climáticas. Por tanto, ¿qué pueden hacer para mejorar
su situación? Lo que haríamos todos, pedir ayuda.
Países Bajos fue el detonante de este debate, planteando como medida instar a los países
miembros a la creación de unas ayudas a países en vías de desarrollados. A simple vista,
parecía una utopía, ya que todos los Estados, tantos los desarrollados como los no tanto,
apoyaban esta medida holandesa.
Pero no es oro todo lo que reluce, y de oro va la cuestión. Fueron segundos lo que tardaron
países occidentales como Alemania, Francia o Estados Unidos, entre otros, quienes
manifestaron su preocupación por el dinero que iban a aportar. Fueron estrictos en la
supervisión de estas ayudas para los países necesitados, así como reincidentes en el que el
dinero aportado, debía ser devuelto.
“Por algo se llama ayuda. Si no, se llamaría préstamo”, lamentó Siria. Estos países vulnerables
encontraron un fuerte apoyo de Rusia o Japón, quienes dijeron que era una ayuda real, que
ellos iban a dar su brazo a torcer y no caer en tentativas monetarias.
Esto dejó a los países que habían pedido la devuelta del dinero en evidencia, llegando a
poner en duda su valía como Estados miembros de la ONU. Incluso, se les achacó el uso de
términos como “países pobres”, algo discriminatorio y que no comparte los valores de la
Carta de Naciones Unidas.
Países Bajos especificó su programa diciendo que este sería “transparente, altruista y
democrático”. Con esta última palabra, a países como Pakistán o Emiratos Árabes Unidos, se
les cerró la puerta. Lo que no saben, es que los más perjudicados son civiles quienes,
además de tener que vivir en un régimen dictatorial, se les van a negar ayuda. ¿Cómo de
democrático es la democracia impuesta?
Como vemos, pese a vanagloriarse por ayudar al vecino, cuando hablaron de tecnologías
para el agua, su postura no parecía muy cambiada. Una vez más, el dinero pone en peligro la
vida de la gente y el cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se
comprometieron a cumplir. Los únicos que no pasan hambre, los monederos de los Estados
occidentales.
10 de marzo de 2022
FAO
Alex Requena
FAO
Alex Requena
Igualdad no es lo mismo que equidad
Conseguir la igualdad es algo difícil, pero más difícil es hacerlo si no haces por conseguirla.
Crear una nueva red de alerta para garantizar la seguridad alimentaria fue el primer de
objetivo del día. No obstante, las disidencias entre distintas zonas geográficas poco tardaron
en salir.
Desde Europa, países como Irlanda, Países Bajos o Portugal abogaban por una mejora de los
mecanismos de las redes. No obstante, ¿para qué mejorar algo que todavía no está
afianzado en el resto del mundo? Fue Emiratos Árabes Unidos quien propuso la extensión de
esta red de alerta. Su fin era que llegara a zonas en las que no está totalmente garantizado,
como puede ser Oriente Medio o África. Sin embargo, su vecino paquistaní manifestó su
incapacidad para participar. No pueden tener red de alerta, si no tienen comida. A lo que
desde su burbuja acomodada Irlanda respondió: “si no tienen comida, y la que llega no está
en condiciones, ¿de qué sirve?”.
Fue Rusia el que propuso establecer una expansión de esta red en el resto del mundo,
incluido países en vías de desarrollo. Portugal fue el que remarcó: “igualdad no es lo mismo
que equidad”. Evidentemente, no se pueden establecer las mismas pautas por igual a los
Estados. Existen factores externos al comité que afectan y la delegación portuguesa no los
olvidó.
Además, como medidas a tener en cuenta trataron el tema de la formación. Una buena
educación agroalimentaria puede provocar mejoras en la forma de explotar los recursos
naturales. Rusia se presentó voluntarios para fomentar esta educación, al igual que su
máximo rival, Estados Unidos. Sin embargo, este último fue reincidente en “dar ayuda
humanitaria, no dinero”. Nadie parecía sorprendido. Sin embargo, por muy bonito que
parezca en la teoría, no funciona en la práctica. Países latinoamericanos como Venezuela,
Brasil o Ecuador manifestaron su disconformidad con la medida. Su problema no es la falta
de conocimiento, sino problemas climáticos y medioambientales que no dependen de
ellos.
Entre reuniones no moderadas entre ellos, empezaron a agruparse en distintos bloques
fragmentados, llegando a crearse hasta tres anteproyectos de resolución. Numerosas son
las medidas tratadas, como una mayor regulación de los agroquímicos, la creación de
lluvias artificiales (con la que la República de Corea se posicionó) y hasta la creación de un
alcantarillado por debajo del Sahara.
Parece que, por una vez, los delegados han dejado de mirar puertas hacia dentro y mirar un
poco más allá, hacia la cooperación.
Crear una nueva red de alerta para garantizar la seguridad alimentaria fue el primer de
objetivo del día. No obstante, las disidencias entre distintas zonas geográficas poco tardaron
en salir.
Desde Europa, países como Irlanda, Países Bajos o Portugal abogaban por una mejora de los
mecanismos de las redes. No obstante, ¿para qué mejorar algo que todavía no está
afianzado en el resto del mundo? Fue Emiratos Árabes Unidos quien propuso la extensión de
esta red de alerta. Su fin era que llegara a zonas en las que no está totalmente garantizado,
como puede ser Oriente Medio o África. Sin embargo, su vecino paquistaní manifestó su
incapacidad para participar. No pueden tener red de alerta, si no tienen comida. A lo que
desde su burbuja acomodada Irlanda respondió: “si no tienen comida, y la que llega no está
en condiciones, ¿de qué sirve?”.
Fue Rusia el que propuso establecer una expansión de esta red en el resto del mundo,
incluido países en vías de desarrollo. Portugal fue el que remarcó: “igualdad no es lo mismo
que equidad”. Evidentemente, no se pueden establecer las mismas pautas por igual a los
Estados. Existen factores externos al comité que afectan y la delegación portuguesa no los
olvidó.
Además, como medidas a tener en cuenta trataron el tema de la formación. Una buena
educación agroalimentaria puede provocar mejoras en la forma de explotar los recursos
naturales. Rusia se presentó voluntarios para fomentar esta educación, al igual que su
máximo rival, Estados Unidos. Sin embargo, este último fue reincidente en “dar ayuda
humanitaria, no dinero”. Nadie parecía sorprendido. Sin embargo, por muy bonito que
parezca en la teoría, no funciona en la práctica. Países latinoamericanos como Venezuela,
Brasil o Ecuador manifestaron su disconformidad con la medida. Su problema no es la falta
de conocimiento, sino problemas climáticos y medioambientales que no dependen de
ellos.
Entre reuniones no moderadas entre ellos, empezaron a agruparse en distintos bloques
fragmentados, llegando a crearse hasta tres anteproyectos de resolución. Numerosas son
las medidas tratadas, como una mayor regulación de los agroquímicos, la creación de
lluvias artificiales (con la que la República de Corea se posicionó) y hasta la creación de un
alcantarillado por debajo del Sahara.
Parece que, por una vez, los delegados han dejado de mirar puertas hacia dentro y mirar un
poco más allá, hacia la cooperación.
11/03/2022
FAO
Alejandro Requena Menchón
A problemas inesperados, soluciones rápidas
Todo llega a su final. Los anteproyectos de Resolución han tenido un día descanso para ser
introducidas. Al final, dos de los anteproyectos acabaron fusionándose, llegando a un
acuerdo en reuniones extraoficiales.
De esta manera, la Resolución 1, patrocinada por Siria, Kenia, Alemania y Francia, que era
reincidente en la creación de un alcantarillado eficiente, muy ambicioso en la creación de
organismos de investigación y control, así como la facilitación de ayudas económicas a
todos los países que lo necesitaran. Este último punto fue el polémico.
Estados Unidos fue el único que se atrevió a introducir una enmienda. A su modo de ver,
otorgar fondos países en conflictos o con régimen dictatorial iba a resultar como ha ocurrido
otras veces. Para el delegado estadounidense, estos países lo usarán para malversar fondos
y financiar armas. Japón le echó en cara su decisión achacándola ser aliado de Venezuela y
Emiratos Árabes. Estados Unidos no respondió. No obstante, los patrocinadores confiaron en
sus firmantes y la enmienda quedó declarada “no amigable”.
La votación de la Resolución 1 no pasó rotundamente. Solo 13 estas votaron a favor, algo que
sus firmantes lamentaron en sus derechos. Tampoco hubo suerte con la Resolución 2 que,
pese a compartir articulado con la primera, era más realista y tenía en cuenta lo difícil que
sería mantener tantos organismos. No obstante, esta Resolución presentada por Países
Bajos, Irlanda, Japón y Suiza, solo le faltó un único voto para pasar. “Hoy no ha ganado nadie”,
lamentaba el delegado de Portugal.
Sin embargo, lo inesperado siempre ocurre. Debido a que no salió ninguna resolución para
poder controlar los agroquímicos ha surgido una mutación vírica, conocida como
“CronistaVirus”. La enfermedad provoca la muerte instantánea pasados unos 5 días del
contagio. La solución, las comidas y ciudades verdes. De esta manera, Kenia, India, Irlanda,
Rusia, Alemania y Perú eran los únicos con suficientes recursos verdes, por lo que debían
decidir sobre el futuro de la civilización del resto de países.
Pese a que les ha costado ponerse de acuerdo durante estos días, cada delegación
presentó sus medidas, sin olvidar a ninguna. Todas han conseguido ponerse de acuerdo
para intentar salvar la situación del planeta.
Los Estados se han coordinado para que haya una solución común. Entre las medidas está
la de acoger a la población de otros países. Sorprende que acojan a población de países
infectados, siempre y cuando, estos guarden una cuarentena para asegurarse. Además, se
han fomentado cartillas de razonamiento de vegetales, los únicos alimentos que son
capaces de prevenir el virus. Sorprendentemente, han sido numerosas cláusulas.
Como vemos, cuando la situación es urgente son capaces de encontrar soluciones
coordinadas y saben escucharse, ponerse de acuerdo y sacar verdaderos proyectos
adelante.
introducidas. Al final, dos de los anteproyectos acabaron fusionándose, llegando a un
acuerdo en reuniones extraoficiales.
De esta manera, la Resolución 1, patrocinada por Siria, Kenia, Alemania y Francia, que era
reincidente en la creación de un alcantarillado eficiente, muy ambicioso en la creación de
organismos de investigación y control, así como la facilitación de ayudas económicas a
todos los países que lo necesitaran. Este último punto fue el polémico.
Estados Unidos fue el único que se atrevió a introducir una enmienda. A su modo de ver,
otorgar fondos países en conflictos o con régimen dictatorial iba a resultar como ha ocurrido
otras veces. Para el delegado estadounidense, estos países lo usarán para malversar fondos
y financiar armas. Japón le echó en cara su decisión achacándola ser aliado de Venezuela y
Emiratos Árabes. Estados Unidos no respondió. No obstante, los patrocinadores confiaron en
sus firmantes y la enmienda quedó declarada “no amigable”.
La votación de la Resolución 1 no pasó rotundamente. Solo 13 estas votaron a favor, algo que
sus firmantes lamentaron en sus derechos. Tampoco hubo suerte con la Resolución 2 que,
pese a compartir articulado con la primera, era más realista y tenía en cuenta lo difícil que
sería mantener tantos organismos. No obstante, esta Resolución presentada por Países
Bajos, Irlanda, Japón y Suiza, solo le faltó un único voto para pasar. “Hoy no ha ganado nadie”,
lamentaba el delegado de Portugal.
Sin embargo, lo inesperado siempre ocurre. Debido a que no salió ninguna resolución para
poder controlar los agroquímicos ha surgido una mutación vírica, conocida como
“CronistaVirus”. La enfermedad provoca la muerte instantánea pasados unos 5 días del
contagio. La solución, las comidas y ciudades verdes. De esta manera, Kenia, India, Irlanda,
Rusia, Alemania y Perú eran los únicos con suficientes recursos verdes, por lo que debían
decidir sobre el futuro de la civilización del resto de países.
Pese a que les ha costado ponerse de acuerdo durante estos días, cada delegación
presentó sus medidas, sin olvidar a ninguna. Todas han conseguido ponerse de acuerdo
para intentar salvar la situación del planeta.
Los Estados se han coordinado para que haya una solución común. Entre las medidas está
la de acoger a la población de otros países. Sorprende que acojan a población de países
infectados, siempre y cuando, estos guarden una cuarentena para asegurarse. Además, se
han fomentado cartillas de razonamiento de vegetales, los únicos alimentos que son
capaces de prevenir el virus. Sorprendentemente, han sido numerosas cláusulas.
Como vemos, cuando la situación es urgente son capaces de encontrar soluciones
coordinadas y saben escucharse, ponerse de acuerdo y sacar verdaderos proyectos
adelante.