El Consejo de Seguridad ve la luz al final del túnel
15 de abril de 2021, Raquel Torres
El cansancio ha hecho mella en la última jornada de la convocatoria del Consejo de Seguridad. El desenlace presidido por largas postergaciones ha comenzado con el anteproyecto de la resolución final acerca de la reforma de la Carta de Naciones Unidas.
Las distintas naciones comparten sus últimas convicciones para tratar de llegar a un acuerdo conjunto. El tiempo se acaba en el seno del Consejo, lo que suscita el auge de diversas naciones que deciden ceder ante los requisitos expuestos en las distintas enmiendas.
Rusia y China, sin embargo, continúan estando en contra de las decisiones adoptadas por el bloque occidental. Ambas son las únicas potencias que votan en contraposición de suprimir el derecho de veto y con ello, deniegan la inclusión de nuevos miembros permanentes.
Aunque el derecho de veto ha entorpecido enormemente el rápido consenso en el seno del Consejo, los países acercan posturas. Pese a ponerse de relieve las diferencias aún existentes, todos ellos abogan por un Consejo de Seguridad más democrático y representativo que simbolice a cada nación.
Finalmente, a pesar de no conseguir todos los propósitos como la incorporación de nuevos miembros, las delegaciones aceptan la inclusión de organizaciones supranacionales en el Consejo. Así como la reforma de numerosos mandatos y la formulación de nuevas enmiendas.
La crisis se encarrila adecuadamente, pese a no ser favorable para todos los estados, las delegaciones optan por salvaguardar el bien común por delante del suyo propio. La reforma de la Carta de Naciones Unidas ya es un hecho. Las delegaciones han sabido sobreponerse a la contienda para salir airosos del conflicto.
El día restante ha transcurrido de manera informal. Los estados han ido recibiendo los claveles, aquellas flores testigos del amor y aprecio, los chairs han aportado su discurso final y el reparto de premios, donde Rusia, Francia y Estonia han sido los protagonistas, no ha dejado indiferente a nadie.
Un año más despedimos el Modelo de Naciones Unidas, dejando atrás momentos de tensión, nerviosismo y risas. Esta experiencia inolvidable e inigualable dejará una huella en todos aquellos que hemos formado parte de esta novena edición de URJCMUN 2021, con la esperanza de volver a encontrarnos en el camino.
¿Qué deparará al Consejo de Seguridad en la décima edición?
Las distintas naciones comparten sus últimas convicciones para tratar de llegar a un acuerdo conjunto. El tiempo se acaba en el seno del Consejo, lo que suscita el auge de diversas naciones que deciden ceder ante los requisitos expuestos en las distintas enmiendas.
Rusia y China, sin embargo, continúan estando en contra de las decisiones adoptadas por el bloque occidental. Ambas son las únicas potencias que votan en contraposición de suprimir el derecho de veto y con ello, deniegan la inclusión de nuevos miembros permanentes.
Aunque el derecho de veto ha entorpecido enormemente el rápido consenso en el seno del Consejo, los países acercan posturas. Pese a ponerse de relieve las diferencias aún existentes, todos ellos abogan por un Consejo de Seguridad más democrático y representativo que simbolice a cada nación.
Finalmente, a pesar de no conseguir todos los propósitos como la incorporación de nuevos miembros, las delegaciones aceptan la inclusión de organizaciones supranacionales en el Consejo. Así como la reforma de numerosos mandatos y la formulación de nuevas enmiendas.
La crisis se encarrila adecuadamente, pese a no ser favorable para todos los estados, las delegaciones optan por salvaguardar el bien común por delante del suyo propio. La reforma de la Carta de Naciones Unidas ya es un hecho. Las delegaciones han sabido sobreponerse a la contienda para salir airosos del conflicto.
El día restante ha transcurrido de manera informal. Los estados han ido recibiendo los claveles, aquellas flores testigos del amor y aprecio, los chairs han aportado su discurso final y el reparto de premios, donde Rusia, Francia y Estonia han sido los protagonistas, no ha dejado indiferente a nadie.
Un año más despedimos el Modelo de Naciones Unidas, dejando atrás momentos de tensión, nerviosismo y risas. Esta experiencia inolvidable e inigualable dejará una huella en todos aquellos que hemos formado parte de esta novena edición de URJCMUN 2021, con la esperanza de volver a encontrarnos en el camino.
¿Qué deparará al Consejo de Seguridad en la décima edición?
Un ápice de esperanza inunda a las naciones
15 de abril de 2021, Raquel Torres
La controversia sobre la reunión del día anterior, deja atrás una nueva jornada caracterizada por los infatigables momentos de tensión entre las distintas delegaciones. Con el propósito de aprobar las medidas provisionales para poner fin a la crisis humanitaria del Congo, las naciones han llevado a cabo un debate enérgico para la puesta en común de las medidas a tomar.
El Consejo de Seguridad en su día más ajetreado, presencia una vez más los continuos reproches entre el bloque occidental, compuesto por Francia además de Reino Unido entre otros, y el frente oriental conformado por Rusia y China. Lejos de llegar a un acuerdo conjunto, la sesión se ha convertido en un cruce constante de acusaciones. Teniendo en cuenta la grave situación que está viviendo el país congoleño, y por ende, la Sociedad Internacional en su conjunto, pareciera que las naciones se han enfocado más en sus discrepancias ideológicas, que en llegar a una solución conjunta y eficaz.
La presión social instigada por los medios de comunicación ha incentivado la búsqueda instantánea de las medidas pertinentes para atajar las insolvencias. Estonia, respaldada por el bloque occidental presenta una resolución óptima y ambiciosa, que además, se vale de todos los instrumentos expuestos en la Carta de Naciones Unidas para la solventar los conflictos.
No obstante, pese a mostrar determinación, los países europeos han sentenciado que están abiertos a discusión, y con ello, modificar o eliminar aspectos concretos de la resolución.
India, por su parte, ha reiterado en numerosas ocasiones su predilección por separar a las naciones más pobres del yugo de las potencias predominantes, alegando que “Necesitamos enmiendas que defiendan la soberanía y la autodeterminación de los pueblos por encima del interés personal”.
Tras varias horas de intercambio de opiniones, las naciones han presentado un proyecto de resolución que han ido votando reparando en cada enmienda. Entre las acciones más destacables nos encontramos con aquellas que proponen un mecanismo de solución pacífica de controversia, así como el desarrollo de un equipo de investigación que constante los hechos en el Congo e informe a la Comisión Jurídica sobre los posibles crímenes de lesa humanidad. Junto con ello, se adoptarán medidas provisionales para prestar asistencia humanitaria a los civiles congoleños, además de apelar a un alto al fuego, y reforzar la acción de la Unión Africana. Asimismo, los países han planteado cortar las relaciones diplomáticas y establecer un bloqueo económico durante 6 meses para presionar al país congoleño a firmar la paz.
Pese a la disconformidad de algunos países como Rusia en relación con la última medida adoptada, Reino Unido ha defendido la gran labor de este proyecto asegurando que “Los civiles congoleños, cuyas vidas están en peligro, dependen de nosotros. Por tanto, caminemos juntos con esta resolución”. Estonia se suma a su causa alegando que “Cada segundo que este Consejo está parado, miles de vidas se están perdiendo”.
De este modo, se han ultimado los puntos finales de la resolución a la crisis de la República Democrática del Congo. Este fundamento, como convenio político global secundado por todos los Estados miembros del Consejo de Seguridad, ha de ser la base que constituya la Sociedad Internacional Actual.
Con la evidente necesidad de reformar la Carta de Naciones Unidas, así como de modificar el sistema de veto, las distintas delegaciones han retomado la porfía sobre la inoperancia del Consejo. La idea preconcebida del Consejo de Seguridad como garante de la paz internacional y la obligación de una actualización inmediata de la estructura del mismo, convirtiéndolo en una institución plenamente democrática e igualitaria, cala hondo entre los países en esta tercera jornada del Consejo de Seguridad. Esto llevará a las potencias a determinar en la próxima sesión del comité las reformas de la Carta de las Naciones Unidas.
El Consejo de Seguridad en su día más ajetreado, presencia una vez más los continuos reproches entre el bloque occidental, compuesto por Francia además de Reino Unido entre otros, y el frente oriental conformado por Rusia y China. Lejos de llegar a un acuerdo conjunto, la sesión se ha convertido en un cruce constante de acusaciones. Teniendo en cuenta la grave situación que está viviendo el país congoleño, y por ende, la Sociedad Internacional en su conjunto, pareciera que las naciones se han enfocado más en sus discrepancias ideológicas, que en llegar a una solución conjunta y eficaz.
La presión social instigada por los medios de comunicación ha incentivado la búsqueda instantánea de las medidas pertinentes para atajar las insolvencias. Estonia, respaldada por el bloque occidental presenta una resolución óptima y ambiciosa, que además, se vale de todos los instrumentos expuestos en la Carta de Naciones Unidas para la solventar los conflictos.
No obstante, pese a mostrar determinación, los países europeos han sentenciado que están abiertos a discusión, y con ello, modificar o eliminar aspectos concretos de la resolución.
India, por su parte, ha reiterado en numerosas ocasiones su predilección por separar a las naciones más pobres del yugo de las potencias predominantes, alegando que “Necesitamos enmiendas que defiendan la soberanía y la autodeterminación de los pueblos por encima del interés personal”.
Tras varias horas de intercambio de opiniones, las naciones han presentado un proyecto de resolución que han ido votando reparando en cada enmienda. Entre las acciones más destacables nos encontramos con aquellas que proponen un mecanismo de solución pacífica de controversia, así como el desarrollo de un equipo de investigación que constante los hechos en el Congo e informe a la Comisión Jurídica sobre los posibles crímenes de lesa humanidad. Junto con ello, se adoptarán medidas provisionales para prestar asistencia humanitaria a los civiles congoleños, además de apelar a un alto al fuego, y reforzar la acción de la Unión Africana. Asimismo, los países han planteado cortar las relaciones diplomáticas y establecer un bloqueo económico durante 6 meses para presionar al país congoleño a firmar la paz.
Pese a la disconformidad de algunos países como Rusia en relación con la última medida adoptada, Reino Unido ha defendido la gran labor de este proyecto asegurando que “Los civiles congoleños, cuyas vidas están en peligro, dependen de nosotros. Por tanto, caminemos juntos con esta resolución”. Estonia se suma a su causa alegando que “Cada segundo que este Consejo está parado, miles de vidas se están perdiendo”.
De este modo, se han ultimado los puntos finales de la resolución a la crisis de la República Democrática del Congo. Este fundamento, como convenio político global secundado por todos los Estados miembros del Consejo de Seguridad, ha de ser la base que constituya la Sociedad Internacional Actual.
Con la evidente necesidad de reformar la Carta de Naciones Unidas, así como de modificar el sistema de veto, las distintas delegaciones han retomado la porfía sobre la inoperancia del Consejo. La idea preconcebida del Consejo de Seguridad como garante de la paz internacional y la obligación de una actualización inmediata de la estructura del mismo, convirtiéndolo en una institución plenamente democrática e igualitaria, cala hondo entre los países en esta tercera jornada del Consejo de Seguridad. Esto llevará a las potencias a determinar en la próxima sesión del comité las reformas de la Carta de las Naciones Unidas.
Continúan los reproches en el seno del Consejo
14 de abril de 2021, Raquel Torres
La segunda jornada en el Consejo de Seguridad no ha preponderado por la ejecución de una actividad pacífica, pues las delegaciones de los distintos países han retomado la crisis humanitaria surgida el día anterior.
Una vez más, los reproches entre los dos frentes bien distinguidos han tomado el control del debate. Los países europeos como Reino Unido o Francia, u otros como India han arremetido contra el bloque oriental de Rusia y China. Dentro de esta polémica, las naciones dialogan acerca de la reanudación de la exportación del mineral coltán y el problema que su paralización podría acarrear a la Sociedad Internacional.
Los países africanos como Túnez o Nigeria, por su parte, atacan a las grandes potencias de subestimar el poder del continente africano, alegando que “Lo que ocurre en África tiene implicaciones directas en todo el mundo”. A ellos, se les unen la mayoría de países occidentales en un mar de reproches donde Rusia y China han sido acusados de ser los verdaderos causantes del Golpe de Estado en la República Democrática del Congo.
Cuando la noticia del desplome de las bolsas mundiales impregna en el Consejo de Seguridad, los movimientos unilaterales de Rusia y China, quienes han defendido sus posturas reafirmando que el resto de delegaciones parecieran estar más preocupados por sus índices bursátiles que por los civiles congoleños, han sido duramente criticados. Ambas potencias señalan que la dependencia de la explotación africana para mantener la economía de los países restantes es la verdadera culpable del descenso económico, mientras que el resto de delegaciones barajan la opción de romper todos los acuerdos comerciales preestablecidos con estos.
La visita del representante del Gobierno Ejecutivo militar congoleño ha dejado claro a las naciones que está llevando a cabo una “justicia revolucionaria” en el país. Asimismo, garantiza que aceptará la ayuda propuesta por las naciones para las exportaciones de otros productos.
Entretanto, las delegaciones europeas dan vueltas al establecimiento de buques militares asiáticos en aguas del pacífico, mientras claman por unas elecciones justas y democráticas en el Congo.
Las filtraciones de la prensa sobre la decisión de Estados Unidos de enviar a un negociador experto, en aras de exhortar al nuevo régimen congoleño para que recapacite y libere los canales de exportación de coltán, bajo la imposición de sanciones económicas inasumibles para el Estado, genera un gran revuelo entre los delegados.
Todos ellos tratan de buscar una solución eficiente a la contienda, llegando incluso a proponer la intervención de los cascos azules de la ONU. Encabezados por Francia, quien determina “Una vez más no podemos quedarnos en la inacción, debemos restablecer la democracia en el Congo”, las delegaciones occidentales apoyan la misión de Fuerzas de Paz denominada MONUSCO, establecida por el propio Consejo de Seguridad con el fin de restaurar la paz en el país.
Tras varios días de incertidumbre y temor, con la ayuda del negociador estadounidense, se pone fin a la crisis económica que tenía en vilo a numerosas empresas europeas y americanas. Pues, el régimen congoleño desbloquea la situación del coltán.
Las potencias, entonces, dialogan sobre si la intervención en el país afectado debe realizarse de manera inmediata o paulatina, siguiendo el protocolo establecido.
De este modo, sin contemplarse ningún sesgo de acuerdo entre las diferentes naciones reunidas en el Consejo de Seguridad, las contradicciones y las reconvenciones han puesto fin a las sesiones del día. Sin asegurar, nuevamente, un posible consenso.
Una vez más, los reproches entre los dos frentes bien distinguidos han tomado el control del debate. Los países europeos como Reino Unido o Francia, u otros como India han arremetido contra el bloque oriental de Rusia y China. Dentro de esta polémica, las naciones dialogan acerca de la reanudación de la exportación del mineral coltán y el problema que su paralización podría acarrear a la Sociedad Internacional.
Los países africanos como Túnez o Nigeria, por su parte, atacan a las grandes potencias de subestimar el poder del continente africano, alegando que “Lo que ocurre en África tiene implicaciones directas en todo el mundo”. A ellos, se les unen la mayoría de países occidentales en un mar de reproches donde Rusia y China han sido acusados de ser los verdaderos causantes del Golpe de Estado en la República Democrática del Congo.
Cuando la noticia del desplome de las bolsas mundiales impregna en el Consejo de Seguridad, los movimientos unilaterales de Rusia y China, quienes han defendido sus posturas reafirmando que el resto de delegaciones parecieran estar más preocupados por sus índices bursátiles que por los civiles congoleños, han sido duramente criticados. Ambas potencias señalan que la dependencia de la explotación africana para mantener la economía de los países restantes es la verdadera culpable del descenso económico, mientras que el resto de delegaciones barajan la opción de romper todos los acuerdos comerciales preestablecidos con estos.
La visita del representante del Gobierno Ejecutivo militar congoleño ha dejado claro a las naciones que está llevando a cabo una “justicia revolucionaria” en el país. Asimismo, garantiza que aceptará la ayuda propuesta por las naciones para las exportaciones de otros productos.
Entretanto, las delegaciones europeas dan vueltas al establecimiento de buques militares asiáticos en aguas del pacífico, mientras claman por unas elecciones justas y democráticas en el Congo.
Las filtraciones de la prensa sobre la decisión de Estados Unidos de enviar a un negociador experto, en aras de exhortar al nuevo régimen congoleño para que recapacite y libere los canales de exportación de coltán, bajo la imposición de sanciones económicas inasumibles para el Estado, genera un gran revuelo entre los delegados.
Todos ellos tratan de buscar una solución eficiente a la contienda, llegando incluso a proponer la intervención de los cascos azules de la ONU. Encabezados por Francia, quien determina “Una vez más no podemos quedarnos en la inacción, debemos restablecer la democracia en el Congo”, las delegaciones occidentales apoyan la misión de Fuerzas de Paz denominada MONUSCO, establecida por el propio Consejo de Seguridad con el fin de restaurar la paz en el país.
Tras varios días de incertidumbre y temor, con la ayuda del negociador estadounidense, se pone fin a la crisis económica que tenía en vilo a numerosas empresas europeas y americanas. Pues, el régimen congoleño desbloquea la situación del coltán.
Las potencias, entonces, dialogan sobre si la intervención en el país afectado debe realizarse de manera inmediata o paulatina, siguiendo el protocolo establecido.
De este modo, sin contemplarse ningún sesgo de acuerdo entre las diferentes naciones reunidas en el Consejo de Seguridad, las contradicciones y las reconvenciones han puesto fin a las sesiones del día. Sin asegurar, nuevamente, un posible consenso.
Una nueva crisis humanitaria acecha a la Sociedad Internacional
13 de abril de 2021, Raquel Torres
El campus de Móstoles da la bienvenida hoy a los miembros del Consejo de Seguridad en la novena edición del Modelo de Naciones Unidas, que comienza junto a un prominente debate acerca de la reforma de la Carta de la ONU. La sesión ha comenzado con los deseos de los países por adaptar los principios de la Carta a este nuevo mundo global y multilateral.
Todos ellos, defienden la acción del Consejo de Seguridad como garante de la paz internacional e insisten en actualizar la estructura del mismo, convirtiéndolo en una institución plenamente democrática e igualitaria.
No obstante, al plantearse quién debería formar parte de esta nueva estructura, los dos bandos dentro del propio comité se han hecho denotar rápidamente. Por un lado, los partidarios de suprimir el derecho de veto y defender la ampliación de los miembros permanentes en el Consejo de Seguridad como Túnez, India o Kenia, sentenciando que “Unos pocos no deben decidir el destino de los 193 países restantes”. Y, por otro lado, aquellos como Rusia o Francia, quienes defienden la permanencia del derecho de veto para el correcto desarrollo del Consejo.
Junto con ello, los países debaten sobre la inclusión de las organizaciones supranacionales en el seno del Consejo de Seguridad recogida en el Capítulo V de la ONU. Algunos países como Kenia consideran que no es posible eclipsar los derechos individuales de cada país, aunque Francia e Inglaterra instan a aceptar la ampliación de miembros permanentes pero sin derecho a veto. Sin embargo, otros como Irlanda aluden a la necesidad de su inmersión para así beneficiar a la organización en conjunto.
Inesperadamente, la última hora sobre el Golpe de Estado de la República Democrática del Congo ha provocado un gran revuelo en el Consejo de Seguridad. Una vez más, los países divididos en dos facciones se pronuncian acerca del terrible suceso, donde los reproches no han tardado en aparecer. Rusia, acompañada de Reino Unido, llama a los países a mantener la calma, defendiendo que cada país posee el derecho para tratar sus propios conflictos. Y, evitar así la inmediata intervención armada de los países. No obstante, los países africanos entre los que destacan Kenia y Túnez, u otros como México o Noruega defienden la intervención de las tropas, al mismo tiempo que acusan a Rusia de estar detrás del suceso.
Con la llegada del líder militar congoleño, autor del golpe de estado, los países prevén la nueva crisis humanitaria. Este reivindica la nacionalización de sus minas y decide cortar el suministro de coltán a los países extranjeros, asegurando que “Este Estado será dueño de sus recursos y su propia suerte”.
Finalmente, la amenaza del desplome de las bolsas mundiales ha desestabilizado la supuesta paz y consenso que existía hasta el momento en el Consejo. De esta manera, intentando buscar las medidas más rápidas para evitar las violaciones de derechos humanos que se están llevando a cabo en el Congo, quedan retratadas las consecuencias abrumadoras que podría acarrear esta crisis mundial.
La resolución de la inestabilidad del Estado Congoleño, y por ende, el mantenimiento de la pacificación mundial será uno de los objetos de contienda de las sesiones posteriores del Consejo de Seguridad.
Todos ellos, defienden la acción del Consejo de Seguridad como garante de la paz internacional e insisten en actualizar la estructura del mismo, convirtiéndolo en una institución plenamente democrática e igualitaria.
No obstante, al plantearse quién debería formar parte de esta nueva estructura, los dos bandos dentro del propio comité se han hecho denotar rápidamente. Por un lado, los partidarios de suprimir el derecho de veto y defender la ampliación de los miembros permanentes en el Consejo de Seguridad como Túnez, India o Kenia, sentenciando que “Unos pocos no deben decidir el destino de los 193 países restantes”. Y, por otro lado, aquellos como Rusia o Francia, quienes defienden la permanencia del derecho de veto para el correcto desarrollo del Consejo.
Junto con ello, los países debaten sobre la inclusión de las organizaciones supranacionales en el seno del Consejo de Seguridad recogida en el Capítulo V de la ONU. Algunos países como Kenia consideran que no es posible eclipsar los derechos individuales de cada país, aunque Francia e Inglaterra instan a aceptar la ampliación de miembros permanentes pero sin derecho a veto. Sin embargo, otros como Irlanda aluden a la necesidad de su inmersión para así beneficiar a la organización en conjunto.
Inesperadamente, la última hora sobre el Golpe de Estado de la República Democrática del Congo ha provocado un gran revuelo en el Consejo de Seguridad. Una vez más, los países divididos en dos facciones se pronuncian acerca del terrible suceso, donde los reproches no han tardado en aparecer. Rusia, acompañada de Reino Unido, llama a los países a mantener la calma, defendiendo que cada país posee el derecho para tratar sus propios conflictos. Y, evitar así la inmediata intervención armada de los países. No obstante, los países africanos entre los que destacan Kenia y Túnez, u otros como México o Noruega defienden la intervención de las tropas, al mismo tiempo que acusan a Rusia de estar detrás del suceso.
Con la llegada del líder militar congoleño, autor del golpe de estado, los países prevén la nueva crisis humanitaria. Este reivindica la nacionalización de sus minas y decide cortar el suministro de coltán a los países extranjeros, asegurando que “Este Estado será dueño de sus recursos y su propia suerte”.
Finalmente, la amenaza del desplome de las bolsas mundiales ha desestabilizado la supuesta paz y consenso que existía hasta el momento en el Consejo. De esta manera, intentando buscar las medidas más rápidas para evitar las violaciones de derechos humanos que se están llevando a cabo en el Congo, quedan retratadas las consecuencias abrumadoras que podría acarrear esta crisis mundial.
La resolución de la inestabilidad del Estado Congoleño, y por ende, el mantenimiento de la pacificación mundial será uno de los objetos de contienda de las sesiones posteriores del Consejo de Seguridad.